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miércoles, 20 de marzo de 2013

EL SALARIO EMOCIONAL



El sector de centros de atención de llamadas a clientes busca la manera de encontrar
fórmulas que satisfagan a sus empleados y eviten la altísima fuga hacia otros trabajos. El de teleoperador es un puesto poco apetecible. El sueldo no es un factor de motivación, así que hay quienes estudian otros caminos para atraer y retener personal que de esta manera se sienta estimulado en sus tareas. Es lo que expertos en recursos humanos llaman “el salario emocional”.

Según María Tejeiro, responsable de planificación de una empresa de información telefónica ubicada en Madrid, para que una empresa de este tipo funcione hay que ofrecer  “horarios a la carta” y, al contrario de lo que piensa el resto del sector, no desubicar los centros de trabajo fuera de España. “La ubicación de mi empresa, atípica para una empresa de atención telefónica, ha abierto una inesperada oportunidad al dar trabajo a numerosas mujeres de cierta edad, residentes en la zona, que abandonaron el mercado de trabajo para dedicarse a ser madres y, con los hijos ya adolescentes y una situación económica aceptable, deseaban volver a sentirse útiles, recuperar parte de su vida social y ocupar de nuevo su tiempo libre” dice Tejeiro. En esta empresa se atienden unas 40.000 llamadas diarias y se reúnen también diferentes personas, pero con un rasgo común: necesidad de disponer de horarios flexibles que les dejen tiempo para otras actividades.

Es el caso de actores de teatro, músicos y estudiantes que buscan unos ingresos con los
que pagarse o complementar su vida. Para Tejeiro hay que poner un límite de 30 horas para que el trabajador pueda repartir su jornada de trabajo a su conveniencia y reconoce que esto no sería posible sin la extraordinaria ayuda de la tecnología que les permite planificarlos calendarios de trabajo estudiando el volumen de entrada de llamadas.

Pino Vázquez, directora general de otra empresa de atención telefónica, tiene dos lemas:
“Se acabó el ir a trabajar” y “queremos que el trabajo se adapte a las personas y no al revés”. Para ella el método para la atracción y retención de profesionales motivados consiste en ofrecer un determinado número de puestos de trabajo para teleoperadores que se ganen el sueldo desde casa, con opción de ampliarlo según los objetivos que cubran y trabajando en las horas que quieran”.

(Adaptado de El País. España)


Responde a las siguientes preguntas:

1.- Según el texto el trabajo de teleoperador…

a) está muy solicitado.
b) es poco atractivo.
c) está bien remunerado.

2.- Según María Tejeiro, para el buen funcionamiento de una empresa de atención de llamadas telefónicas hay que ofrecer…

a) flexibilidad horaria a los empleados.
b) más puestos de trabajo a las mujeres.
c) posibilidades para trabajar en el extranjero.

3.- Según el texto, los empleados de esta empresa…

a) tienen poca vida social.
b) deberían realizar horas extraordinarias.
c) pueden compaginar este trabajo con otro.

4.- Gracias a los avances tecnológicos estas empresas pueden ofrecer:

a) horarios nocturnos
b) horarios adaptados al volumen de llamadas
c) la ampliación de la jornada laboral


Descargar documentos y solución

martes, 12 de marzo de 2013

El chico de pelo color paja



                                                
El tener los pelos color paja y unos ojos claros y líquidos había sido una pesadilla para Casimiro Huarcaya en su infancia. Porque en el pueblecito andino de Yauli, donde nació, todos eran morenos, y, sobre todo, sus propios padres y hermanos tenían también los pelos
negros, las caras trigueñas y los ojos oscuros. ¿De dónde había salido este albino en la familia Huarcaya? Las bromas que le gastaban sus compañeros en la escuelita hicieron que Casimiro tuviera que trompearse muchas veces, porque, aunque era de buen carácter, se le subía la mostaza a la cabeza cada vez que, para verlo rabiar, le sugerían que su padre no era su padre, sino algún foráneo que pasó por Yauli.

A Casimiro siempre le quedó rondandoen la cabeza, además, si su propio padre, el tinajero Apolonario Huarcaya, no tenía también sospechas sobre su origen. Porque él estaba seguro de haber sido fuente de desavenencias entre sus padres y porque Apolinario, que trataba bien a sus hermanos y hermanas, a él, fuera de encargarle las tareas más pesadas, a la menor falta, lo castigaba.

Pero, pese a las burlas de sus compañeros y a la mala relación con su familia, Casimiro
creció sin complejos, fuerte, hábil con sus manos, despierto y amante de la vida.
Desde que tuvo uso de razón, soñó con crecer pronto para irse de Yauli a una ciudad grande, donde sus pelos pajizos y sus ojos claros no atrajeran tanto la curiosidad de la gente.

Poco antes de cumplir los quince años se escapó de su pueblo con un comerciante viajero
al que, siempre que aparecía por Yauli, ayudaba a cargar y descargar mercancías. Don Pericles Chalhuanca tenía un camioncito del año de Matusalén, parchado y reparchado mil veces, con el que recorría las comunidades y aldeas campesinas vendiendo productos de las ciudades –remedios, instrumentos de labranza, ropas, vajillas, zapatos– y comprando queso, ollucos, habas, frutas o tejidos que luego llevaba a las ciudades. Además de comerciante, don Pericles era diestro mecánico y a su lado Casimiro aprendió los secretos del camión y a repararlo cada vez que se descomponía en los atroces caminos de la sierra.

Al lado de don Pericles fue totalmente feliz. El viejo comerciante lo encandilaba contándole su vida aventurera, de impenitente gallo en corral ajeno.
Pero lo que al muchacho le gustaba más era la vida a la intemperie que llevaban, sin
horarios, ni rumbos, a merced de las inclemencias o bondades del tiempo de las ferias. Don Pericles tenía una casa quinta, estable y sin ruedas, pero la mayor parte del tiempo vivían en el camión.

Don Pericles lo trató al principio como a un aprendiz, luego como a un hijo, por fin, como
un socio. A medida que envejecía y el muchacho se hacía hombre, el peso del trabajo se fue
desplazando hacia él, con el paso de los años –Casimiro era ya el único que manejaba y el que decidía las compras y ventas–, don Pericles pasó a ser el director técnico de ventas.
A estas alturas, era ya un mocetónfuerte, curtido, con amigos por todas partes, trabajador y alegre. Podía pasarse las noches bailando en las fiestas de los pueblos, respondiendo con bromas ingeniosas a las burlas sobre sus pelos amarillos, y a la mañana siguiente, abrir su negocio en el mercado antes que ningún comerciante. Había reemplazado el camioncito por una camioneta de tercera mano que compró a un agricultor de Huancayo al que le pagaba puntualmente las mensualidades.
Nivel superior
Una vez, mientras vendía hebillas y aretes de fantasía en un pequeño pago de Andahuaylas,
vio a una muchacha que parecía estar esperando para hablarle a solas. Era joven, con trenzas,  de cara lozana y asustadiza como un animalito. Le pareció que no era la primera vez que la veía. En un momento que quedó sin clientes, la muchacha se acercó a la plancha de la camioneta, donde estaba sentado Casimiro.

–Ya sé –dijo él riéndose–. Quieres uno de esos prendedores y no tienes plata.
ella negó con la cabeza, confundida.

–¿No te acuerdas de mí, acaso?–susurró en quechua bajando los ojos-.
entre brumas, Casimiro recordó algo. ¿Era esta chiquilla la que en una fiesta había estado
bailando con él? Pero no estaba seguro de que esa cara fuese la borrosa de su memoria.
La muchacha salió corriendo.

Pero unas horas después, cuando cerró su negocio, empezó a deambular de un lado a otro
por el lugar buscando a la muchacha. Sentía desazón.

La encontró en el camino. Ella estaba regresándose a su anexo muy ofendida. Al final,
Huarcaya la aplacó, la convenció de que subiera a la camioneta y la llevó hasta las afueras de la comunidad donde vivía. Se llamaba Asunta.

(Adaptado de Lituma en los andes, Mario Vargas Llosa. Perú)

Vocabulario

Trompearse: pelearse, luchar con los puños.
Rondando: dar vueltas alrededor de algo o alguien. Rondar la cabeza es sinónimo de pensar.
Del año de Matusalén: muy viejo, antiguo.
Parchear: remendar, poner parches, reparar.
Encandilar: deslumbrar, alucinar, embelesar.
Impenitente: que persevera en un hábito, que insiste en una acción.
Mocetón: persona joven, alta, corpulenta y membruda.
Prendedores:broche que las mujeres usan como adorno o para sujetar alguna prenda.
Desazón: disgusto, pesadumbre, inquietud interior.


PREGUNTAS

1. Según el texto, el color del pelo había sido la causa de que Casimiro…
a) se sintiera superior a sus compañeros.
b) se peleara con otros chicos.
c) llorara muchas veces.

2. En el texto se afirma que cuando Casimiro se fue de su pueblito…
a) lo hizo para tener una vida llena de aventuras.
b) su primer trabajo fue el de mecánico.
c) empezó a ser mucho más dichoso.

3. Según el texto, cierto día Casimiro vio a una muchacha…
a) a la cual no reconoció al principio.
b) que quería comprar pero no tenía dinero.
c) de la que se había enamorado en una fiesta.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Ser y tener

                                               

Para estar bien, a veces debemos aligerar nuestra vida en vez de sobrecargarla. Nuestra cultura gira alrededor de tres “p”: poder, prestigio y posición. Nos ____1____ la fama y le rendimos pleitesía al éxito. Tener es un valor que nos define, fundamentalmente porque no queremos formar parte del grupo de los perdedores. Según Erich Fromm, el “modelo del ser”–o valorarse por lo que uno es– se diferencia del “modelo de tener” –valorar a la gente por lo que tiene– en que el primero nos hace ___2___ porque está a favor de la vida, mientras que el segundo está al servicio del egocentrismo y del yo acaparador. El primero es progresista; el segundo, definitivamente regresivo.

En el modo de ser no competimos, no necesitamos mostrar ningún récord, ni ___3___ con nada. Hay alegría esencial, una forma de satisfacción que se basta a sí misma: somos auténticos.

Aceptarse incondicionalmente y poder decir: “soy como soy” nos pone en contacto con nuestra singularidad sin pretensiones ególatras. Maese Eckhart dice : “si en cualquier momento estoy dispuesto a renunciar a lo que me pertenece, el tener no se contradice con el ser: no __4 __ a nada, dormir cuando se tiene sueño y comer cuando se tiene hambre, disfrutar de lo que tengo de una manera libre...”. 

Concretamente, Eckhart dice elogiándolo: “un hombre pobre es aquel que no quiere nada, no sabe nada y no tiene nada”. Esto es no querer nada, no codiciar. No ___5___ con ansias.

Vaciarse de uno mismo es no esperar nada o muy poco, cosa difícil para quienes ____6____ educados en una cultura en la que el dinero y el intercambio es el valor más importante.
¿Qué alternativa tenemos? no codiciar en absoluto no depende de lo que se posee. Lo que define el desapego no es la ausencia del deseo sino la capacidad de renunciar a él cuando debe hacerse.

La segunda demanda del desapego es no saber nada, en el sentido de no aferrarse al conocimiento como una forma de ___7___ el ego. Lo importante no son los datos almacenados en la memoria sino el acto de conocer como proceso. Muchos “intelectuales” y ___8___ a los sistemas de información hacen de la erudición un valor y se recrean en un falso saber que no les pertenece. No digo que haya que exaltar la ignorancia o el oscurantismo: lo que propongo es estar dispuesto a desechar cualquier idea si debiera hacerse.

El sabio no sabe que es sabio, no saber que se sabe nos aproxima a la sabiduría. Jamás __9___ hacerse una reunión de sabiduría porque si alguien asistiera al evento, por definición, no sería sabio.

Otra exigencia del desapego es no tener nada, en el sentido de estar libre de las cosas y disminuir las necesidades que tenemos. Una anécdota de la filosofía antigua muestra lo anterior. Se dice que un amigo de Sócrates le ofreció un terreno muy espacioso para que ___10____ una casa, a lo cual este respondió: “si yo tuviera necesidad de zapatos, ¿me darías todo un cuero para que me los hiciese? Luego ridículo sería si aceptase yo tu regalo”.

La máxima es no ____11____ a nada material, entendiendo que lo que somos nada tiene que ver con lo que tenemos. La actitud que acompaña la “pobreza interior” no es otra cosa que la independencia radical de las posesiones, sean estas materiales, intelectuales o espirituales, no su negación sino la autonomía psicológica respecto a ellas.

Querer obtener y querer ser son cosas distintas. Es indudable que la vida buena está más cerca del placer saludable que del sufrimiento inútil, y ___12____ estúpido renunciar a ello, pero si la alegría de vivir es proporcional a nuestros bienes, la cosa se complica: estaremos viviendo en la lógica del tener.

(Adaptado de Diario el País. Colombia)


 Opciones

1.       a) deslumbra    b) encanta    c) abruma
2.      a) cambiar    b) detenernos    c) crecer
3.      a) compararnos   b) sobreestimarnos   c) pavonearnos
4.      a) aferrarse    b) empeñarse   c) abandonarse
5.      a) comer   b) desear   c) competir
6.      a) hemos estado   b) hemos sido   c) habíamos sido
7.      a) exacerbar   b) suavizar   c) matizar
8.      a) aficionados   b) adictos   c) detractores
9.      a) puede   b) habría podido   c) podría
10.   a) construyera   b) construya   c) construiría
11.    a) aficionarse   b) encadenarse   c) abandonarse
12.   a) será   b) habría sido   c) sería




martes, 19 de febrero de 2013

Vocabulario: DELE


Nivel B2

                                       


Elija, de entre las tres opciones de respuesta, aquella que tenga un significado equivalente al fragmento marcado con negrita. Por ejemplo:

– No he hablado todavía con Javier porque el teléfono está comunicando.

a) está estropeado
b) no da señal
c)está ocupado


1. – Pero bueno, ¿dónde están las llaves?
    – A lo mejor están sobre la mesilla.

a) Creo que
b) Sé que
c) Veo que

2. – Gabriela, ¿qué te pasa?
    – Nada, es que estoy un poco constipada.

a) enfadada
b) alegre
c) resfriada



3. – ¿Sabes? De pequeño, Armando era muy travieso.
     – Pues ¡quién lo diría!.

a) tranquilo
b) revoltoso
c) mentiroso

4. – Entonces, ¿ya has arreglado lo del móvil?
       – Bueno… me han dicho en la tienda que tengo que volver mañana.

a) solucionado
b) reservado
c) adquirido

5. – ¿Te importaría cerrar la ventana? La verdad, tengo un poco de frío.
    – ¡Para nada!

a) No, lo siento.
b) Depende.
c) Claro que no.

6. – Supongo que Alberto hizo el examen con los ojos cerrados.
       – Sí, sí, ¿cómo has acertado?

a) sin esfuerzo
b) de manera extraña
c) a oscuras

7. – No prepares nada para la cena, que la hago yo.
 – Vale, vale, si insistes.

a) no te estresa
b) te empeñas
c) te apetece

8. – Venga, cuéntame qué tal en la cena del sábado.
    – ¡Estupendo! Nos pusimos morados.

a) Íbamos muy elegantes
b) Comimos muchísimo
c) Hablamos de todo

9. – ¿Qué opinas de la nueva directora?
    – Si te soy sincero, no la soporto.

a) me parece estricta
b) no la conozco
c) me cae fatal

10. – Al final, le han nombrado responsable del nuevo departamento.
      – ¡Venga ya!

a) No me sorprende.
b) No te creo.
c) Ya lo sé.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Lectura: nivel B1

Te proponemos un cuento para que ejercites tu comprensión de lectura. Después de leerlo, responde a las preguntas. 


VOCES



Juan Ramón decidió reconstruir la escena de la consulta justamente como en un montaje teatral. O así, al menos, yo lo imaginé: la mujer y el niño, formalitos, sentados frente a su fino escritorio de caoba; él, en impecable bata blanca, haciendo anotaciones en una ficha de historia clínica nueva.
– No sé qué hacer con mi hijo, doctor –dijo ella –. Pero tengo la esperanza de que usted me ayudará  a solucionar su problema.
– ¿Problema de garganta o de oído?
– De oído.
– ¿Qué es lo que le pasa?
– No oye bien, doctor. O mejor dicho, puede oír unas cosas y otras no las oye... Al principio, por supuesto, pensé que se conducía así por pura malcriadez. Pero ahora, no sé cómo decirlo... Me parece que hay cosas que él realmente no alcanza a oír.
El niño, callado y con las manitos entrelazadas, miraba de reojo a su madre.
Juan Ramón iba a proseguir con su rutinario interrogatorio preliminar, pero se detuvo en seco e impulsivamente se incorporó de su asiento y se aproximó al niño, a fin de cuchichearle algo al oído.
Luego, le preguntó:
– ¿Has escuchado lo que te dije?
– Sí – murmuró el niño.
– ¿Qué te dije?
– Me has dicho: “Los enanitos tienen patas rojas”.
Juan Ramón le guiñó un ojo:
– Es correcto – dijo, y volviéndose un segundo hacia la madre, acotó –: No es un problema de baja audición.
El niño le parecía normal en sus reacciones al diálogo que los tres sostenían, pero a ratos lo percibía hostil y hasta atemorizado. Como si ellos lo quisieran molestar, como si no le gustara el mundo de los adultos. Sea como fuere, sabía muy bien que el único camino para formarse una opinión demandaba otras pruebas: examinarlo con el videotoscopio o hacerle una audimetría. Aquello le tomaría cierto tiempo. Se dirigió sin dilación hacia un recodo del consultorio, dispuesto a alistar su instrumental. Y mientras tanto, prosiguió distraídamente su interrogatorio, desgranando preguntas, acopiando toda suerte de datos sobre su joven paciente.
La mujer, muy aplicada, daba las respuestas. El niño no sufría enfermedades crónicas, nunca había padecido de otitis, no oía música en walkman y no registraba antecedentes familiares de sordera. Juan Ramón, a cada respuesta, iba descartando posibles causales. Hasta que, en una de esas, la mujer soltó lgo que no venía al caso. Afirmó que el padre del niño, que había fallecido hacía dos años, tenía pie plano, y que eso lo había heredado su hijo.
Juan Ramón paró la oreja, como si ese comentario estuviera repleto de secretos, y advirtió que el niño se miraba los pies. Luego, concentrándose otra vez, o simulando que se concentraba en la conexión del cable de su linternilla, sufrió un leve acceso de tos.
– Hay una pregunta que no le he hecho – dijo entonces, lentamente. – ¿Puede decirme qué es lo que su hijo oye y qué es lo que no oye?
La mujer levantó la barbilla para responder:
– Lo que oye no tiene importancia, doctor. Escucha perfectamente la televisión, los ruidos de la calle, y a usted o a mí cuando le hablamos. Me inquieta más bien lo que no oye. Nunca obedece lo que le dice mi madre, ni tampoco lo que le dice mi padre –y dirigiéndose al niño –: ¿Es cierto lo que digo o no?
– Sí – dijo el niño, enfurruñado.
– ¿Y por qué no lo haces? – insistió la mujer.
– Porque no los oigo – dijo el niño.
– Ya ve, doctor. Dice que no los oye.
Juan Ramón se vio obligado a intervenir:
– ¿Por qué no oyes a tus abuelos? – indagó –. ¿Acaso hablan muy bajito?
– No lo sé –dijo el niño.
– ¿No te llevas bien con ellos?
– No lo sé – repitió –. No los oigo.
La mujer meneó enérgicamente la cabeza, como dando a entender que todo lo que le ocurría a su hijo la estaba poniendo muy nerviosa.
Procurando calmarla, Juan Ramón se volvió esta vez hacia ella:
– ¿Y usted vive hace mucho con sus padres? – preguntó.
– Sí, desde que enviudé – dijo ella –. Entonces regresé a la casa de mis padres. Eso habrá sido tres meses antes del accidente.
– ¿De qué accidente?
– Del accidente de mis padres – la mujer hablaba ahora más tranquila. Su hijo, que ya no se miraba los pies, había puesto una de sus manitos sobre el regazo materno –. Mis padres fallecieron en un accidente hace un año.
Juan Ramón la observó en silencio, presa de un ligero temblor, como si una ventana se hubiera abierto de pronto dejando entrar un viento helado.
– Pero yo hablo con ellos todos los días, doctor – prosiguió ella –. A la hora del desayuno, antes de salir a trabajar, y también en las noches, antes de irnos a dormir. En casa todos vemos juntos la televisión y charlamos animadamente largo rato. Mis padres son muy conversadores. ¡Pero este chico ni caso les hace!

(Adaptado de Voces, Fernando Ampuero. Chile)


Preguntas:

1. En el texto se dice que el doctor susurró al niño unas palabras que…

a) El niño interpretó a su manera.
b) El niño no pudo oír por dificultades de audición.
c) El niño repitió de forma correcta.

2. El doctor ante la preocupación de la madre por la salud del niño…

a) Le realizó varios análisis médicos
b) Comprobó su historial para buscar antiguas dolencias
c) Puso música para observar la reacción del niño

3. Según el texto, para la madre el verdadero problema auditivo del niño era que…

a) Oía mal por una enfermedad heredada de su padre.
b) Oía solo a determinadas personas.
c) No sabía explicar lo que podía oír.

4. Después de la muerte del marido, la madre  y el niño vivían …

a) En el pueblo de donde creció
b)Con sus suegros
b)En casa de los padres de ella

5. El giro final del texto implica que…

a) La madre no había superado la muerte de sus seres queridos.
b) El niño no había aceptado el fallecimiento de su padre.
c) La madre no sabía cómo educar a su hijo.