Las mentiras forman parte de la vida. Ocultar la verdad y fingir son actitudes normales y necesarias entre los humanos, pero si este comportamiento se vuelve compulsivo, el individuo padece un trastorno. Un grupo de científicos ha descubierto que el cerebro de los mentirosos compulsivos posee ciertas particularidades en su estructura que los diferencia de los más honestos”.
Los investigadores han detectado que los embusteros compulsivos tienen en el lóbulo frontal del cerebro más cantidad de sustancia blanca que de sustancia gris. La sustancia blanca está compuesta por fibras que, por hacer un símil, serían los cables del ordenador, mientras que la sustancia gris está compuesta por neuronas, que serían las equivalentes al disco duro que conforma la corteza cerebral.
Los autores principales del estudio creen que cuanto más “cableado” tenga el sujeto el lóbulo prefrontal mayor facilidad posee para mentir. Los mentirosos patológicos estudiados resultaron tener un 22% más de materia blanca.
No hay que olvidar que el hecho de mentir supone un esfuerzo enorme. Es casi como
leer la mente. Uno debe ser capaz de comprender el pensamiento de la otra persona, de
suprimir sus emociones o de regularlas para no parecer nervioso. Es un proceso, por tanto, trabajoso para la mente.
Por otro lado, la toma de decisiones morales se lleva a cabo en la sustancia gris del lóbulo prefrontal y los mentirosos compulsivos tienen un 14% menos de materia gris, lo que significaría que se preocupan menos de los aspectos morales, que serían menos capaces de procesar este tipo de pensamientos: parece que tendrían una especie de ventaja natural para mentir.
Para llevar a cabo este estudio se contó con 108 voluntarios y se catalogó a los participantes según los resultados de una serie de test psicológicos y entrevistas. De ellos, 6 mujeres y 11 hombres resultaron ser mentirosos patológicos, 8 mujeres y 12 hombres padecían desorden de personalidad antisocial, pero no mentían de forma enfermiza y 15 hombres y 10 mujeres resultaron ser equilibrados y por eso se consideraron la muestra control.
Para decidir los resultados, los investigadores se fijaron en la inconsistencia de sus historias de vida laboral, educación y familia. Según estos expertos, los mentirosos patológicos no pueden sustituir siempre la verdad por mentiras y se contradicen a sí mismos en las entrevistas. Son manipuladores y admiten que ven a los demás como posibles víctimas. Son descarados cuando mienten, pero discretos al hablar sobre ello.
Tras catalogar a los participantes, se estudió su estructura cerebral mediante la técnica de resonancia magnética estructural. Lo que se observó en las imágenes obtenidas por esta técnica fue que la materia blanca de las personas embusteras era un 22% mayor en el lóbulo prefrontal en comparación con los participantes del grupo de control y un 14,2% menor en materia gris.
Aunque estas conclusiones sean los preliminares de una investigación más exhaustiva, los científicos sugieren multitud de posibles aplicaciones. En el ámbito legal puede utilizarse para ayudar a la policía a averiguar, por ejemplo, si los sospechosos están mintiendo, y también, en los procesos de selección de personal, será posible averiguar qué individuos no son aptos para un determinado puesto.
(Adaptado de www.elmundo.es. España)
PREGUNTAS
1. En el texto se afirma que las personas mentirosas…
a) empiezan a tener este comportamiento después de un trastorno.
b) tienen más conexiones en el cerebro.
c) poseen algunas neuronas más que los demás.
2. Según el texto, el hecho de mentir compulsivamente…
a) apenas supone esfuerzo para el cerebro.
b) es algo genético.
c) hace que se tengan menos prejuicios éticos.
3. En el texto se comenta que esta investigación…
a) establece una importante relación físico–psicológica.
b) se ha dado ya por concluida.
c) está siendo de gran ayuda para los científicos.
4.- Según el texto, la tendencia a mentir depende de factores …
a) socioculturales
b) biológicos